domingo, 2 de diciembre de 2012

Ritmo de base.


Áspera por sus andares se me antoja la calle,
Fría por su ausencia de calderas humanas
Que callan por miedo a arder y son ascuas.
Mi estómago arde sin miedo, fundiendo la sangre.

Me siento cautivo de la belleza del mundo a todas horas
Y todas las noches recuerdo el sabor de tus palmas.
Algunos días sonrío, si me acusas, de borrar tristeza
Y de llenar de palabras los filos de nuestras espadas.
¿Acaso crees, camino recto, que huyo de tus claves?
Sólo adapto tus ropajes aburridos a mis cauces.
Una sola tarde me basta para hacer de ella,
la poesía en el aire, humo de invierno.

Huyeron del abordaje del otoño.
Conspiraron a favor del colchón más oscuro.
Hicieron de la oscuridad un bosque lleno
De poesías que encogen el corazón
Para después ensancharlo sin temor
Y de fotografías de besos inexactos;
Caricias desproporcionadas, sin descanso,
Haciendo trizas las bocas solitarias del recuerdo.

Con ojos encharcados me encaramo al tiempo.
No pienso dejar pasar ni un maldito momento
En esta vida sin sentidos, caos del todo.
Siendo del aplauso en su boca me anclo
Inquieto, exhausto, acomodado con mi barco.
Mares helados me acompañan el camino,
Fuego griego creo en los peces si los miro.
No veo dificultades con este baile de pasos;
No veo parón en ese cauce de sus oídos;
No veo esa valla porque hace ya la he destrozado.

No importa el idioma que se utilice si el mensaje no entiende de sujetos particulares.

Quiero creer en los pozos infinitos de las mentes.
¡Cuántos versos he lanzado volando por los aires!
Quiero ser artista y crear imágenes sueltas de bailes
De salón, y de campos, y de cuerpos callados salvajes
Utilizando cada centímetro en su voraz viaje
Al sonido del camino que marcan unidos sus vientres.

Guardé mi ciudad del mundo con catorce llaves
Pero. ¡Qué decir si ella ya está sentada en el parque
Leyendo un libro!, esperándome, situándose
Incandescente en mis dedos llameantes;
Acercándose en un instante; deslizándose
Mi mirada; arrancándome el semblante;
murmurándome que no estoy quieto
Y calmándome con un beso; sigue sonándome
Cuento cuando a mis pies encuentro
Moviéndose y callo. Abalanzose sonriente
El Sol, y la Luna vino muy vibrante,
Como mis labios ante el cante de su serie
De futuros devora-segundos, marcándome
A fuego que es posible que de mis pulmones salgan flores.

Sergio Rodríguez .

sábado, 17 de noviembre de 2012

Un paso más.


Ando hasta el borde de la tierra y me paro, observo. No hay silencio, tampoco nadie… pero está la vida. Dejo de ser alguien para ser algo que es algo más que ser alguien. Tengo un río a mis pies, verde a mi alrededor, árboles, piedras, musgo, sol, aire, hojas y un frescor que me invade todo, lo respiro. Sonrío. No me veo los ojos pero sé que están abiertos de par en par, son como una vorágine en el mar que se traga todo, intentan retener hasta el último tono, hasta el último cambio de luz en las naturalezas. Se me ocurre que podría pintar todo esto otro día, maldigo mis manos, no poseen tal magia… ¿o sí? Quién sabe. Se me ocurre también que podría escribirlo, invoco a mis adentros, vamos a ver:

Estos pies caminan sobre almohadas de terciopelo, suaves.
Sólo son baldosas de tono oscuro, pero has pisado tú antes.
Camino con las manos en los bolsillos, inquietas por ese después.
Cabezabajo, sonrío con ojos entrecerrados, la cordura se despide.

Ahora mis ojos son verdes, me sacudo. Aparece tu reflejo.
Me he puesto un yelmo de color noche, salvo tú todo oscuro.
La traca de colores empieza, mis paredes son frágiles ante tu peso.
A veces el peso marca lo que vale, tu peso no es oro, tu peso es arte.

La distancia se acorta y te lanzo salvas de fuego griego
Para que siga ardiendo si llueve, saludo al desconcierto.
No es inusual que mi cerebro eche un baile para coger calor.
Sigues acercándote y yo ya no sé si te beso o sólo lo pienso.

Sin darme cuenta tengo la mano en el aire haciendo letras. Fuego griego me digo, para que arda si llueve, que coincidencia que mi dedo esté ardiendo. Me decido a mirar hacia mis pies a ver que se cuece por allí abajo. Estoy en una frontera de tierra y agua, posiblemente nadie se pare a pensar lo que esto significa, yo… me limito a meter medio pie en el agua y después para atrás, no seré yo quien impida que la tierra se empape y se borre la frontera. El agua está templada, pero reconforta aunque impacta y mi corazón late un poco más deprisa. Es algo que no conozco y por ello me fascino mirándolo. Flexiono mis rodillas para poder ver mejor ese río que fluye. Imagino que soy agua, pero todo me da vueltas, no puedo imaginarme algo que pasa tan rápido por tantos sitios. Despido a un grupo de gotas en las que por un segundo hice mías. Las veo irse, el sol me acaricia con su luz. Esta vez miro el agua y me abstraigo:

Se me clavan sus deseos que son poetas alzando su voz.
Se me disparan las palabras para poder darles inspiración.
En mi cabeza hay artistas alzando sus manos al viento.
Parece que ella se apresura a dar un pincel a cada corazón.

Los cuerpos en tensión piden desfogar, ¡Si me mirara!
Y me miró y acudí raudo entre sus cabellos, ¡Si se dejara!
Y se dejó y me hundí en su cuello, le di un abrazo a sus cordilleras.
Su montaña la más alta, puse un pie en ella, dije: ¡Hazme roca!
Y roca fui y conseguí permanecer como parte de su calma.

Me vuelvo y la miro otra vez, puse ojo en su tez.
Tensión aumenta, los besos cargan y a su calma ataqué.
No sería más calma suave, sería calma nerviosa, salvaje.
Mi mente mecida en vendavales de sus yemas, impresionante.
Aprieto fuerte, dejo de pensar pues pienso: no existe dolor con placer.
Surge, de la nada, aquella media sonrisa y se pulsó mi botón, a conocer.

Despierto del trance y me veo escribiendo a ras del agua, vaya, ahora mi mano arde. Se contagia ese calor por mi brazo. Sé y no sé lo que me está pasando. Vuelvo a mirar el agua y la roca que tiene debajo me dice que la acaricie, que está suave. Y yo que más antes que tarde despierto mi curiosidad meto la mano y parte del brazo:

En su cuerpo aparecen notas que desaparecen.
Intento cogerlas pero sólo toco pieles,
Pieles exóticas como aquella dama de Oriente.
Hay silencio pero se oyen sonidos de escasez
De besos, por lo tanto me lanzo a paliar nuestra sed.

Noto que empiezan a aparecer las barreras.
Hoy no es el día para pararse, comenzamos a romperlas.
Ardo ¡fíjate cómo ardo!, te quemas, pero no pasa nada.
El marrón y el verde mantienen una lucha desesperada.
La muerdo, es mi forma de decir: no te vayas.

Me sulfuro, mis respiraciones son lascivas, como sus bellezas.
No voy a describir más, solo y quizás diré que me dejé llevar.

Ah… es increíble sentir como fluyen tantas cosas por mi brazo. Me noto escribiendo es la panza suave de las rocas pero hay un problema, todo mi cuerpo arde ahora. Miro hacia el agua pidiendo sosiego, ella me dice: ven si lo quieres. Me desnudo y no dudo, para adentro. Noto que me voy aliviando según ando hacia el centro del río. Mi cuerpo se empieza a estremecer pues el agua está conociendo rincones secretos. Vuelvo a mirarla y sonríe. Me apetece que sepa más de mí, y bebo. Ahora parece que mi cuerpo fluye también por dentro revitalizado, firme y seguro. Mi cerebro también arde ahora, esto es un no parar. El agua ha llegado a él y lo ha embalsamado con un bálsamo lleno de ideas, las coge, las toca, le gusta, las mueve, las prueba, se las come, las saborea, y empieza a crear. Me pide más. Vuelvo a mirar al agua y me dedica una media sonrisa con sus labios situados en el fondo. Se oye un grito en mi cabeza: ¡BÉSALOS!
Me sumerjo y me llegan espasmos de frescor, abro los ojos y todo es verdoso, incluso mis ojos. Veo los labios, sigo nadando y cuando llego… los beso.

Ese contacto, esa correa de emociones que me ata el pecho.
Presión, se suelta y vuelan las maneras ávidas de las tuyas.
Se comen unas  a otras, se devoran. Cada víctima es un segundo.
Clamo ante tus olores que me quedo, sin más, dame más.

Ahora hay más conexión, ahora del calor nos fundimos.
Después me abstraigo, miro una puesta de sol a oscuras.
Puedo discernir la libertad sin bandera en tus ojos.
Mi boca se vuelve roja, porque te vas, ha sido besada.

Abro de nuevo los ojos, el verde me ciega, estaba escribiendo versos con los labios en el fondo. También con ellos le dibujaba una sonrisa.
Mi respiración se relaja, pues el alivio me invade. Pero de repente mis adentros me mandan una señal. Fuego sale de mis labios, es un fuego rojo como nunca, un fuego con llamas definidas y sí, es griego.
Ese fuego expresa algo de mis adentros: boulomai legein.

Y así fue como me di cuenta de lo que pasó fuera de donde pasaron unos roces, unas miradas, pocas palabras y muchos besos.

Sergio Rodríguez.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Trazos.


Hoy cuento con los dedos danzas metafóricas,
Son letras no exactas, sin matemáticas.
Aún tengo clavadas en mi piel miradas órficas.
Ese marxismo de tus caderas escapa de lógicas.

Sabes que las letras me llegan hasta el fondo
Sabes que la música se me cuela hasta lo hondo.
Sabes que la Historia me provoca escalofrío.
También sabes cómo hacerlo para juntarlo todo
Y hacerme hacer escalones de mi pecho al suelo.

Se acabó, voy a entrar en guerra con tus labios desde hoy.
No habrá tregua ni paz, ni cantos ni diplomacia.
Sólo habrá motivos y motivos para parar el reloj.
Y hacer de esta lucha algo ejemplar, desde la maleza.

Causas cadenas de explosiones entre pelo y pelo.
Te sirves de nitroglicerina verbal, distraigo con caricias.
Te fumas lo material, lo haces especial, creas por crear.
La paciencia de los santos en ti no surge efecto.

Somos gotas de pintura en agua, con tendencia a expandirse.
Queremos sufrir cada día emboscadas de pinceles.
Sentimos terremotos que salpican bombas de colores.
Causamos estragos si juntamos miradas y voces.

Sergio Rodríguez.

jueves, 18 de octubre de 2012

Desarrollo.


Encogido, a oscuras, entre mi ombligo y los sentidos,
Cansado del frío, encontré llamas con motivos.
Mi olfato estaba apagado, el contacto fue encontrado
Por el tacto, ese sentido que por malvado no es olvidado.

-         -    Verás… tengo un nudo entre pecho y espalda. ¡No mires!
    Apaga la luz, siéntate y acércate, quiero que me desates…

Y se sentó, con toda su ventolera, a ponerme patas arriba
La casa entera. Y me intentó con cada una de sus maneras.
Yo, que a tumbos andaba con prisas y la mirada altiva,
Salí, como siempre, con esperanzas de escombreras.

-        -    Es una lazada fuerte pero está algo desgastada.
   Estoy harto de mirar al techo alrededor de nada.
   Créeme si te digo que ojalá puedas.

Y con mis andadas hice un camino sembrado de siembras
Sembradas con mis sinceridades y las más potentes aguas.
Así salieron semillas verdes con pelos como escarpias
Y ojos en cada nuca y sonrisas prendadas tan sólo de miradas.

-         -    Parece que me libero, sigue intentándolo, por favor.
    Si encuentras algún obstáculo, destrúyelo
    Y si existe algún dios cerca, derrócalo.
    Tienes mi permiso para regarlo todo.

Sergio Rodríguez.

domingo, 14 de octubre de 2012

Empezar.


Subo escalones perdido entre tu dulzura.
Aunque no veo siento que los cuerpos son locura.
Ando más loco que un bohemio entre la hermosura.
Se me escapan a bandazos las letras por cada calentura.

Pude asentir ante aquel lienzo blanco y pintar y empezar
A sentir mi ansiada paz mental, es como un sin respuesta
Y también un sin pregunta. A lo mío voy a por lo tuyo
Concienciado de que tomar conciencia de esta carrera
Es lo nuestro. Unas sesenta paradas por hora necesito
Junto a sesenta besos encadenados al paso de un minuto.
Así es como voy de cabeza a por cada segundo.

Hoy se puede observar el paso de la mente de un poeta.
Quiero que ese paso en mi mente sea un constante presente.
Evolución es ver la luz que entra mañanera en mi ventana
Y verla con otros ojos, ¡Que digo ver!, esclarecer
Las notas que por la sien me llegan hasta la mismísima arteria.
No hacen falta siete días para crear un mundo diferente.
Con un minuto basta para hacer crecer y medio para que en tu espalda
Pueda dibujar ríos con mis dedos y con los labios una corriente
Hacia tu sonrisa. Devoto de la religión de la historia, hazme.

Mi historia la hicieron unos pasos de un tamaño indefinido.
Por senderos tan gruesos que hoy sé que algunos fueron delgados.
Crezco al decir que el motivo de mi fuerza es desconocido.
Pues los caminos de los adentros son como los del destino, inciertos.


Sergio Rodríguez.

miércoles, 10 de octubre de 2012

En guardia.


Me senté en un Septiembre a mirar cómo llegaba un Abril.
Ahora me tumbo y escribo versos en tapas de barril
Con un poquito de ajetreo que tus besos me hacen sentir.
No puedo hacer caso de esa voz que me impide ir.

Alcanzado estoy, sabiendo el por qué, en el corazón
Por la marcha triunfal que me ofrecen esos pasitos.
Se puede causar mucho ruido intercambiando silencio.
Quiero que sepa que puedo crear terremotos
Con solo verla temblándome hasta el techo de los labios.

Hasta el mismo techo del mundo me llegan los pies.
No creo en deidades que me impidan paralizarme
De placer; Yo creo en lo que hay dentro de los hombres.
Mi jardín se quemó y con un par de versos se hizo fuerte.
Como ese cariz que tiene tan verde, ¡Que con suerte me agarre!
¡Y no me suelte!, ¡Y me lleve a ver este presente!, ¡No quiera que descuide!,                
¡No quiera que por este manantial pasen sombras que escuecen!,
¡No pueda pararme nadie!, ¡No pueda arraigarnos nadie!

Y así fue como se fueron tejiendo su comienzo, y surgieron las flores.
“¡Qué especiales!”, decían. “Como sus esencias, ¡Si son animales!”.
Qué esperáis los que a vuestras fuentes no acudís, pero nosotros sí.
Nada que abandonar y mucho que conquistar, ¡Como Cervantes!
Sombras de locura son hechos colaterales de las sublimes artes.
¿Algún día un molino hecho gigante nos podrá abatir?
Está casi listo este hidalgo dispuesto, por vos, a morir.

Sergio Rodríguez.

lunes, 8 de octubre de 2012

Mi refugio.


Ahora que parece que he parado un poco puedo meditar.
Con mis dedos y los tuyos podríamos tal vez jugar
A ese juego en el que viendo a las llamas crepitar
Puedes ver, y si gustas, incluso la más bella piel rasgar.
Con dedos corruptos los instintos más fieros querrán despertar
Y lo que un día pudo ser sueño con un poco de azar,
utopía, valentía y tempestad podrá, como la alegría, ser real.

No sé tejer, pero sí describirte en una bufanda de imaginación
Un amanecer en el siglo uno antes de muchos.
Con ella arroparnos enteros y dejar con gusto el frío para otros.
Pues el secreto puede ser lo más simple y complejo, una canción.
Una telaraña de notas que avanzan sembrando caos
Del que brotan vibraciones como soles y segundos como rayos.

Hablar sin saber es un placer que se utiliza muy alegre.
Unos versos son puñales que se clavan en corazones.
Jugar con ellos echándoles veneno ignorante
Es como mirar unos ojos y quedarse ausente.

El placer de enhebrar letras me consume, y consumo
Toda la droga que exista si sale de una cabeza.
Y me vuelvo a consumir por un latir del viento
Que me hace consumir más, más y más con suspicacia.
Aguanto y tambaleo en un vaivén de humo de pensamiento.
Un día ideas claras, duda, revolución y nuevo paradigma.

Hay gente a la que no le gustan las banderas de tela.
Mi bandera tiene tres colores y la llevo en la sangre,
Roja como el cielo a veces y como la vida si pasa eso que sabes.
Amarilla como ese resplandor que si abres te ciega
Y Morada como ese aire que coges cuando ves algo diferente.
Perdonadme si creo en lo hermoso de la idea.
Matarme si causo enfado entre vuestras vidas sin causa
Pero aquí me hallo con las estrellas expresándome.
Y gritad si sabéis que yo, firme, soy feliz lamiéndome si duele.

Sergio Rodríguez.

lunes, 1 de octubre de 2012

Aprieto fuerte.


Dar y recibir, entre océanos, mensajes en botella,
Y en el “Destino” embriagarnos con una de ellas.
Ya ciego me voy quedando con esta estrella
Aunque no veo el final del delta, es ella,
La que ve cosas donde otros no ven más allá.

Encontré la Primavera debajo de algo verde.
Se cruzó con un Otoño y dijeron: Aquí estamos.
Se comieron a besos y ahora solo quedan las hojas
Que con ahínco pasan de cabeza por el Invierno
Esperando a que no sea rojo el amanecer
Y poder ver y oler ese verdor y olor
En pleno esplendor, sonriendo por cascadas.

Me parten en mil trocitos estas ganas de superar.
Quiero hacerlo todo, sonreír y escribirlo a modo
Que te asomes y te asombres como si vieras mar.
Con tacto suave se estremece mi mente por contacto
De tus caderas y de tus ideas y acelero con mirar.

Esto es simple desenfreno.
Si supieras que quieto
Me muevo, que quemo
Por ti mi frío, que en silencio
Me callo y me hago
De fuera hacia dentro.
Pongo movimiento
Y tú el acento
Con encanto,
Sentimiento
Crescendo,
Viento.

Sergio Rodríguez.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Rutina dulce.


Mírame, aquí estoy muriendo por un detalle
Y por la sabiduría de la gente, de las mentes.
No me muevas que a la mínima se me sale
El corazón. Late fuerte y mi cara sonríe.
“Es cuestión de peso” y de besos.

Está goteando el rocío, y yo con él.
Y yo con él me deslizo entre asfalto.
Agusto entre pasos y hombros de sostén.
Podría ser que el amanecer sea rojo.
Pudiera ser que se me tachara de cobarde,
Pero esta noche estoy valiente, austero.
Entre lujos, simple, es mi pasión por el arte
De pensar, sentir, maldecir y atreverse.

Tengo los bolsillos tan llenos de cosas en el aire
Y tengo tantas notas entre los dedos
Que me hago canciones entre estaciones.
Gustan las ojeras cuyo origen son los versos.

Podría sacar tu fiera con que solo dijeras: tú.

Sergio Rodríguez.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Rendija de luz.


Se va abriendo la puerta que huele a tierra mojada.
Se abre y siento que mi estómago es de colores.
Potente verdor se respira en la escalada
A tu almacén de medias sonrisas y sensaciones.

Con el conjunto de las rimas sigo sufriendo bajo tu yugo
De placeres que me dominan como si fuera deseo prohibido.
Me abro paso en su maleza como viento entre huecos.
Su calor es como mi centro y su sensación es vuelo.
Su olor podría ser corto y cambio entre mis dedos.
Las hojas me hacen llagas por las que sale pudor,
Imaginación y un rico color que se llama sonido.
La suavidad tiene en ti su templo y su ejemplo.
Yo tengo en esto lo que algunos llaman sueño.

A escondidas soy canción que recorre tus adentros.
De manera sencilla te digo que vengas.
No hay más placer que la sinceridad explícita
Ni mayor esplendor que las rendijas de tus círculos.

Basta ya de malabares con los misterios de las mentes.
Esto consiste en abrir los brazos hacia arriba,
Sentir que puedes, que debes, que quieres, que sabes,
Que intuyes, que sonríes por, que mueres por las ganas de volar.

Yo a veces muero por tantas cosas que el “a veces” acaba siendo siempre.
Esta noche muero por una cosa que hace que mi nervio calme.

Que hablen los besos que se expresan mejor.

Sergio Rodríguez.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Nervios.


Esas ganas de ganar que superan expectativas.
Las ganancias esperadas son tus semillas.
Llenar una copa de suavidad y para dentro,
De un trago, de compañeros el viento y el silencio.

Desde mi orilla estoy dejando huellas en la arena
El viento las borra, solo veo donde acabo de pisar.
Mis cosquillas van con ese viento y al ver cómo disfrutas
Borrarán las tuyas, todo esto como jóvenes suicidas.

Y vuelve esa caja de madera a alegrarme la tarde.
Aún no sé como lo hago, entro en escena y ya.
Es como gritar al agua de un río que pare.
Es como que no hago ni caso de lo que hablen.

Es por esto y por lo otro, por eso y por aquello,
Por lo que por las noches intento no mirar hacia el suelo.
A trompicones la gloria sigue siendo posible;
Unos van descalzos, otros con botas, yo a veces me caigo.
No tengo la culpa de causar estragos en la noche
Y que luego, al día, sólo se oigan los pájaros en el nido.

Me sobran motivos para estar contento porque antes los he tenido para morirme.
Las miradas verdes son como empujes que recargan la luz de la mente.
Quiero tenerlas siempre para estar siempre encendido, y brillar hasta matarme.              
Si me pierdo mirando al cielo en la serranía de tu cuello y grito cállame.

Sergio Rodríguez.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Ojos como platos.


Va siendo la hora de, aullante sed, ponerme en mi sitio.
Cuando toca callarse, parlante escasez, en mis calles hablo.
Aún puedo controlarme, late y late, con un poco de ruido.
Si pudieras tocarme, desenfrénate, y quemármelo todo…
Este frió que me arde, otra vez, por no pisar tu sendero.

Espalda hacia atrás una aurora me para.
Dios observa y disfruta, te miro y sonrío.
No puedes bajar tan alto, a mi altura.
Música en el universo, Pitágoras, te creo.
Y a mí solo me creó un deseo humano.
A ti te creó el miedo a superar.

Quiero incandescente cada simple mañana
Y también cada sorprendente noche.
Y qué decir de mi querida tarde, soleada
En Invierno, y en Verano entorpece
Cada paso por asfalto y piedra, quema.
Como mi Andalucía, mi lugar ausente.

Palmas al aire, movimiento de pies y quiero bailar
En el estrecho de tus pechos que se estrechan al pasar.
Un taconeo binario y un movimiento geográfico, mira,
Desde mis ojos a tus adentros, qué gusto, casi sin tocar.

Sergio Rodríguez.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Explosión.


Caminando por mi sendero entre balas,
Entre palabras, entre cascadas, entre casas,
Entre juegos de luces de malabaristas,
Entre ideas revolucionarias de piratas.
Entre mis ojos y los tuyos no solo hay miradas.
Muero entre la rima y gozo entre las notas.
Disfruto con los colores  y en mi puño llagas,
De esquivar con fervor filosofías baratas.

Un aspaviento, brillo en los ojos, surca el cielo
El momento en el que suena el viento.
Sonríes, por la noche no hay que mirar hacia abajo.
Que me mareo, que te deseo, que me mareo, que te beso.
Que me desmayo, que me callas, que te callo,
Que ahora me voy y te sueño y después menudo caos.

Amarillo y azul, verde. Rojo y negro... emocionante.
Soy tan verde que a veces puedo ser granate.
Espérate. Una risa, dos risas, aquí se marca el convite.
Prefiero cabezas que puños para el combate.
Prefiero sábanas que pistolas para los amantes.
Soy aquel que disfruta con el despiste
Y si las musas se desvisten yo cojo y echo el cierre.

Sergio Rodríguez.

martes, 21 de agosto de 2012

Tranquilidad.

Frente al espejo me encuentro semidesnudo.
Vislumbro lo que he sido impertérrito.
Los claros de mis ojos hablan claro, estúpido.
Noches risueñas y botellas de lambrusco.
Quiero canciones que hablen de lo escaso,
Aquí estoy brindando por la belleza del fracaso.

Los codos sobre la mesa y la mirada en lo alto,
¿Postura perfecta para esperar al... amor?.
Rimas concretas pueden hacerme cambiar, calor.
Caricias calculadas podrían sacar de mi lo mejor.

El tiempo es condena y vivimos muy deprisa.
A veces quiero perderme en sonidos de risas,
Otras quiero callarme de una vez, sin excusas.
Aparentes intereses con madera y termitas.

Voy aventurero por los caminos de la ilusión.
A la vez trapicheos, estafas, camellos y alcohol
Que hacen las noches de paseos por el salón.
Más que a farolas me abrazo a la revolución.

Sergio Rodríguez.

domingo, 5 de agosto de 2012

Frenesí y ceño fruncido.


Con la pose de la goma en el asfalto;
Con los andares de un gato nocturno;
Con la mente activa a ras de suelo.
A cañonazos suelto esto, lo que pienso.

Rebeldía cruda sudo por mi barba.
Simetría pura tiene mi hada.
Asimetría básica tiene mi cabeza.
Tonterías antes de que amanezca.

Me tambaleo preso de la noche.
Siento que no puedo escaparme
De la realidad del declive.
Lucha anticapitalista incontrolable.
Leo libros para saber revolucionarme.
Leo para pensarme y callarme
Cosas que pueden quemar las calles
Y las mentes frágiles de pusilánimes
Espadachines de la vorágine
Superficial y sin valores.

Ante crisis existenciales buscamos salvaciones individuales.
Alejandro el Magno hizo súbditos de ciudadanos,
Aquí nunca hemos sido nada, solo bestias rumiantes
De dinero e intereses. Hienas en la sabana en busca de cuerpos
Podridos de segunda mano, da igual. Malas educaciones
Provocan hombres y mujeres escasos de escrúpulos.
Yo busqué parte de mis valores en las esquinas de ladrillos.
No tragué explicaciones manchadas de poderes;
No escuché mentiras pronunciadas por cerebros pútridos.
Intento no caer en las mieles de los osos perezosos.

Formo parte de la cultura sumergida antisistema.
Me gustaría ser llave inglesa en caja de herramientas
Listas para la acción por el sentido común, las personas.
Me embriago del poder que me dan las ideas.

Esto es sólo un poco de poción mágica fruto de la resistencia
A veces pasiva, a veces activa, de un joven inconformista.

Sergio Rodríguez.

Aislamiento.

Hoy el rugido de león suena suave,
Que el exceso o la falta de sentir me mate.
No me queda talante pero puede que salte,
y de un respingo, a trompicón, me desnude.

Hasta aquí he llegado corriendo y parando.
Parece que me estanco sudando y callando
Pero detrás todo fluye escribiendo y coloreando.
Madrid se para si doy con ese latido.

No soy capaz de imaginar una persona.
Lenguaje a metáforas sucias como una rata
Y a la vez tan puras que su esencia no puedo tocarla.
Puedo ser impuro, sí, pero vibro con melodía.

Me salto las reglas sin pudor, cualesquiera,
Buscando el acto sin pasar por la potencia.
Odio que se diga la palabra utopía
Si tu sabes que mi causa es la tuya.

Supongo que el éxito puede ocultarse en un verso
Al igual que un cortocircuito en un beso.
Podría mirar por el balcón a través de humo denso
Y buscar algo, pero si todo aparece, pienso,
Me espero aquí sentado sintiendo intenso
Este frío que me hace andar por el suelo.

Sergio Rodríguez.

sábado, 21 de julio de 2012

Tumbos.

Me siento y despacio veo pasar estaciones.
La vida me sonríe pero sólo a ratos.
Tengo un Joker metido entre las sienes
dispuesto al desborde de la quema de atajos.

A la cara, entre claros, te digo: toma asiento,
van a empezar los casos de placer y deseo.
Fiero me mantengo en la noche despierto.
Lluvia de faros, sonidos y gemidos por supuesto.

Hago pasarelas de miradas, sueño con el sostén
que me sostenga las risas, las cabezas, el sueño y la piel.
Aún tengo calma y sonrisa, no puedo ser tu rehén.
El día me aclama por brasas y luego voy con él.

A veces paro y escucho el murmullo entre canciones
de las coces de capullos que confunden amor con roces.
Los versos son oraciones con desorden y razones,
pueden cantarlos trovadores o miradas sin reproches.

Sergio Rodríguez.

viernes, 13 de julio de 2012

Páginas.


Puñetazo en la mesa, odio en la mirada,
Libros en la cesta y luchador de casta.
Me fascinan las luces de los cuadros de Sorolla
Y el tintineo del whisky en una botella.
Mi mente vuela y ve la Fiesta de Hemingway,
Conversaciones simples con alcohol de base.
Un amor frustrado por heridas de guerra.
Un amor al final, poco fiel, pero con estructura.
Sabes que en Troya existió héroe de héroes.
Habilidad en tretas, inteligente, Ulises.
Pasión porque seamos eleuqeroi.
Hierático y con memoria como Temístocles.
La tiranía y la grandeza perdieron a Jerjes
En Salamina, para mi la música es una mina
Y sufro cuando mi cabeza no se ilumina.
Pintar y amarte, ¿Te parece poco? Decía Joaquín.
Escribir y buscarte, ¿Paralelo? Esto es un motín
A la vida, Oh Artemisia, devota de Ártemis,
Mi mente mueve tu melena, inspiración en Kaváfis.
Me baño en las aguas de la cultura clásica.
Viaje lleno de peripecias y de experiencias,
Llegaré a puertos que antes ignoraba.
Algún día sabré qué significan las Ítacas.

Sergio Rodríguez.

lunes, 9 de julio de 2012

Entre arena y sal.


Entereza, tu fiel seguidor soy pero
No te vayas esta noche.
No me dejes aquí negro y solo,
Contigo soy luz hecha hombre.
Duermo, despierto, miro y callo
Y sigo escribiendo a quien no existe.
Entono sobre una noche de verano
Cantos bañados en almizcle,
Algo de calle, sal y orgullo.
Soy feliz con cosas en el aire,
Se caen y vuelve el árbol seco
Que aspira a florecer a la tarde.
Me noto que en todo este cuento
Voy dando versos en balde.
Supongo que aún soy pequeño
Aunque me siento grande.

Sergio Rodríguez.

viernes, 29 de junio de 2012

Un poco más de cinco minutos.


Mis labios se mueven igual que la cuerda de la guitarra.
Mis manos gesticulan haciendo del sonido belleza.
Mis cuerdas vocales vibran como nunca.
Y mi mente sonríe con un escalofrío en la nuca.
Como un relámpago entro en escena.
Mis bolsillos no paran de echar arena
Dejando un rastro para que me siga la naturaleza.
No hay nada como encontrar lo que buscas.
No hay nada como sentir el mundo en tu regazo.
Si hay algo para emborronar lo que hago
Y lo que siento y lo que escucho y lo que digo
Son estas letras que ordeno y escribo.

Amo este misterio que me rodea como un aura de frío intenso.
Nadie sabe lo que hay detrás de eso.
El secreto puede estar en las melodías, en las palabras o en el tacto.
Quizá sepa menos de lo último.

Estoy condenado a evadirme cada cinco minutos
De forma eterna, y etérea será la cadena
Que me atará a tus, puños en alto, versos.
Ya quiero ver esos ojos como platos, desnuda…

Mis profundidades oceánicas pueden ser alborotadas
De forma incontrolada por un simple embate
De algas rojas que dure lo que duran las sonrisas.
Me busco la vida entre las olas, puedes imaginarte
La cantidad de, miradas a lo alto, ganas
Que tengo de encontrarme con otro choque.

¿Y ahora qué? Disfruta de este misterio que envuelve.

Sergio Rodríguez.

martes, 26 de junio de 2012

Calor.


Sangre envuelve a las ideas, las ideas se pagan con sangre.
Con detalle cuido las mías, una metralla de tacto ardiente.
Vivo por ellas, por su encanto. No puedo callarme.
No me pidas que no haga ruido, idealista hasta la muerte.

Si hablamos de libertad hablamos de pasión en cada letra.
Un tacto de la piel más suave de la tierra más lejana.
Un calor que te abre el pecho para que entre el mar.
Escribo pensando en ella y palpito como una hoguera.
Inigualable sutileza es tu canto para mi boca.
Un poder que se siente incandescente en cada pisada.
Dejas huella por donde pasas, lo has hecho en mi cabeza.
Ignorante me hallo por tus caderas de belleza descalza.

Ay… no te imaginas como suenan los acordes de mis ojos.
De madera nocturna son, imbuidos de olivares sureños.
Cantan canciones de rebeldía, vino, sabor y sueños.
Sueños de colmenas forjadas con la política de los encuentros.
Sueños que están cansados de ver el silencio de tantos otros.

Insisto en acabar con el maldito barbecho de las mentes.
Resisto al sentirme en el barlovento cuando tú quieres.
Consisto en quedarme quieto admirando atardeceres.
A contra reembolso quiero tocarte entre amaneceres.

No voy a consentir que sientas poesía y no suspires.

Sergio Rodríguez.

lunes, 21 de mayo de 2012

Luz entre caos.


El secreto de la vida está en la interpretación.
Como secretos vamos escondiéndonos
De la revolución que llevamos dentro.
No huyas de la cultura, sé inquieto.

A cada paso que doy se me escapa un segundo.
La poesía llena mis tiempos libres y en el hueco
De su canalillo me tiro de cabeza nauseabundo.
La libertad del sol hace que me coma el mundo.

Mi vida es un juego de palabras en las que a veces rimo.
Si rimo, vivo. Si la noche me ama, me desvivo.
Si me desvivo siento el ritmo, y con el ritmo
Abro tu corazón hasta resucitar tu verso escondido.

Tanta piedra ha hecho que olvidemos el tacto de la hierba.
Mis manos se mueven en una espiral de violencia
Y de mi mente afloran ideas que hacen que me duela
La cabeza si no me expreso, es mi anarquía cerebral.

Hay poco más bonito que una vocación pura con libertad.
Siento desconsuelo, en alas de mi conciencia me halagas
Historia, si me tocas, vuelo a ras sobre tierras infinitas.
Si me odias, no puedo con mi vida y esclarezco desde la ira.

Vuelvo a las andadas marchitas, vuelve la boca sedienta.
Ahora quiero más, ninguna catedral me puede albergar.
Ningún dios me puede escuchar, ninguna diosa a quien adorar.
Al escribir mezclo Poesía, Historia, Filosofía y sale idea.

Fruto de la inquietud soy capaz de vivir solo con esta luz.
Ojalá fueras capaz de obtener paz sin mirar una cruz.

 Sergio Rodríguez.

domingo, 22 de abril de 2012

Auf dem Tisch.


Me había encontrado pero ahora estoy perdido.
Nadie me oye, ni falta que hace.
En la negrura de la noche lo cuento todo
Y por el día nadie lo sabe.
He tenido días de múltiple fracaso,
También los he tenido fuertes.
Mis dedos saben lo que siento,
Eso no le importa a nadie.
Ahora no sé ni dónde voy ni de dónde vengo,
Mi cabeza sufre traqueteo de trenes.
No hay quien los pare, quiero y no quiero ver el mío.
Prefiero estar solo para que no me falte aire.
Hay veces que creo que no es mi tiempo,
Hay vacío de gentes y de mentes.
Llamadme tonto, loco o estúpido
Pero sigo creyendo en el paisaje
Visto con otros ojos.