lunes, 30 de diciembre de 2013

Noche larga.

Me cuelgo del revés, la vida de traspiés me surge.
Salto y no me ves, viene lo oscuro de mi ser.

Pisando fuerte hacia tus ojos.
Legionario que cierra filas.
Grito fuerte no te vayas
Y mi lanza purgando cuervos.

Fiel tu rostro al tiempo y mi venganza.
Clamo siempre a mi luna.
Denso viaje por la estepa, espera,
Puñaladas de hojas frías.

Unas lágrimas por el cemento.
Campos yermos hasta tu encuentro.
Santo y seña son mis adentros
Que me piden: sexo con amor,
Por favor, y mucho romero.

La carne dura, hoy no hay siembra,
Me distraje con la puerta abierta.
La vista corre y va a ciegas.
Necesidad abruma y me faltan fuerzas.

Por la noche soy fuego y quemo;
Por el día ceniza y huelo
A los vientos de abril inquieto,
A labios besados por azul intenso.

Soy comerciante sin agobios
Vendo papel y microbios,
Un poco de vino y algún madroño.
Por mis ojos corren los secretos
De los momentos de Otoño.

Súrcame la boca, sirena.
Lánzame tu hechizo o condena.
Hinchaíto el corazón, se me llena.

Lo siento Ulises, pero yo me voy con ella. 

Sergio Rodríguez.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Una gota de memoria.

Allí estaba con lo que más quería, mi imaginación. Me pinté un atardecer precioso, con sus luces naranjas y su calor suave. Hice crecer una sierra lejana y un campo enorme cercano, amarillento con algún árbol. Yo salía de mi casa blanca, con su desorden propio de mí y de mi cabeza. Salía andando despacio, oyendo mis pisadas. Tenía esa sensación que me encanta de sentirme único en el mundo, como si mi mente tuviese alas y pudiera ver todo lo que pasa y lo que siente la tierra que sonaba a mis pies. Sentía el aire, lo olía y me nutría. Vi el campo y la sierra al fondo, el primero anaranjado y la segunda negruzca. Qué sabía yo de todo en ese momento, era feliz. El pasado yacía colocado detrás de mí, con alguna grieta, pero calladito. Mi espalda lo mantenía a raya. Así que allí respirando vida esperaba apoyado en la valla marrón que separaba mi casa del camino, ese que algún día tenía que emprender y no me importaba cuando. Me puse a pensar:

Brota tierra, que sólo yo te veo desnuda ahora,
Preciosa, mi compañera de batallas.
Hacedora de las nieblas que me enamoran.
Sangras y yo sufro por ti, pero sangras.
Bajo mis pies no sangras, cantas.
Porque sabes que mi casa es tu casa.
Tú eres mi casa y mi alma tu hija bastarda.
A ti te hago poemas cada vez que te miro
Porque tu tacto me enamora, agallas
Le echo para mirarte. Me haces reyertas
En la piel, mi lápiz explota si decides callar
Y mi corazón late por cada sonido que regalas.

Ahora miraba al vacío, había conectado.  Los minutos volaban como absorbidos por una aspiradora. Así es la vida, pensé. Me inventé melodías de rock para, ahora sí, que mi corazón brincara de felicidad. Unos versos para el aire, que me ayuden a pensar y a sentirme pleno. En mi mente todo tiene sentido aunque nadie me entiende… me gusta. Qué le voy a hacer si tengo este rincón para lo que me dé la gana. Puedo llorar sin que nadie me vea, aunque tampoco me importa. Pude mejorar y hacer olvidar que la sociedad finge por apariencia. Yo no soy la sociedad, yo soy un yo, hecho a base de mi propia historia; una parte decidida por mi… la otra ya dada. Como aquella película: soy el guerrero en el que se unen lo viejo y lo nuevo.
Allí estaba, fundiendo lo nuevo, que son los pensamientos, con lo viejo, mi entorno, que llevaba ya años y años allí. Creedme, estoy disfrutando.
Ahora es cuando me dibujo unos ojos verdes y pierdo los papeles. Me dicen:

Quédate un rato, vamos a contarnos historias.
Yo ensimismado y tú contándome cómo dabas un beso.
Yo contaba mis latidos y perdí la cuenta,
Sin embargo tú me besabas y mi mente era un lago.
Reagrupé mis pedazos después de la batalla
Y balbuceé un par de palabras, luego un verso.
Y me sonreías y cómo lo hacías, cómo me estallabas.
Calla ya poeta, decías, que pareces un cuerdo de esos locos.
Maldigo tus ojos, maldigo ese campo que me obliga
A callar como una maldita roca, eso sí que no.
Me accionaste el mecanismo y la luna nos bajó las cabezas
Al suelo, que mejor colchón para los cuerpos unísonos.
Me fundiste el corazón y salieron sueños.
Sueño con mirarte otra vez, entiendes, sangro por ello.
Miro al cielo, parece que estuviera acompañado
Y estos días sólo he encontrado muebles y silencio.
La noche me arrulla y yo quiero perder el asalto.
Mi mirada cabizbaja, pero alguien dijo una vez: alza la voz.
Pero alcé la mirada y estaban otra vez las fieras a por mis bocados.
Pues te mordí la mirada, y que pasó, que la cascada fluyó
Y me ahogué de verde, y me nutrí de él y me llené de pasión.
Aún vivo de eso, Aún necesito que me taladres los ojos.

Ahora había echado a andar por ese camino, despacio. A pesar de esta necesidad que me entra sonrío, porque estos versos están escritos a nadie. Una batalla más ganada a la melancolía y la pesadumbre. La escritura medicina para las cabezas pensantes, sí, y para las noches en vela. Cómo dije un día: esto no es un qué hacer, es una ciudad.
Sergio Rodríguez

domingo, 1 de diciembre de 2013

Charcos de agua clara.

Dicen que el amor tiene más de una puerta.
Las voy abriendo de una en una.
Pierdo el sueño en cada impar
Y la cabeza por brujería.
Pero caiga que caiga el sudor,
Huya que huya la lejanía,
Yo poeta sin sabiduría
Digo que la noche está más que abierta.

Liberado de una jaula de dogmas fluyo más que pienso.
Me abro paso a las malas entre el sopor más mundano:
Las miradas en blanco que te funden el seso.
Más placer en lo cotidiano y que muera a hierro el clero.
Me huelo a revolución, señores, un vuelco histórico.
Vuelco hacia la locura más interna que rezumo
Ásperas sonrisas. Y yo recuperándome a mayor paso,
Que me siento y no me siento, algo explícito.
Para qué más, un poco de piel con piel y rumbo al barco.

Un sin rumbo, eso soy. Un Sol por dentro y una luna por fuera,
Que así soy sonriente, alegre, por si acaso el viento me llama,
Que me coja sudando poemas, que me hacen falta.
Emponzoñé la viña del señor con mi justicia.
Una lástima, dije, la razón ahora en ella yacía.

Pero ahora sé mirar más allá, ahora la belleza también es simple
Ahora puedo ver el atardecer desde la carretera de un arcén.
Ahora tengo una mirada vacía de ayer, con gotas de sed.
Una sed controlada, una sed que podría arrasar monte.
Y mi sangre roja que hierve, presente y para siempre.

Unas ganas que me hacen de yunque en la batalla.
Porque si estoy desarmado no muero, me reforjo la vida.
Por dos estacadas al corazón perdí la guerra.
Pero ahora juego en otra liga, en otra montaña.

Con un baile machaqué de lleno a la avaricia.
Solté las amarras del bote Destino. Libertad
Esa es mi bandera multiplicada y sumada
Al vendaval de arte y literatura renacidas
De una roca sin fisuras, la trastienda de mi alma.
Sergio Rodríguez.

<<En mi burra mando yo. Cuando quiero digo “Arre” y cuando quiero digo "So">> Vito Íñiguez.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Aire limpio.

Déjame contarte el sentido de mi vida
Con un paseo taciturno entre rocas
Con hojas de colores pegadas a las botas,
Con el frío esbozándome una sonrisa templada.
Basta respirar para sentir la insignificancia.

Robarle oxígeno al mundo para unos pocos segundos
Es como tener la eternidad de soslayo en las manos,
Como cicatrizar el pasado con ungüento de pinos.
La mano del ser humano aquí carece de sentido.

La presión del progreso en la cima se resbala
Como el agua, que erosiona nuestra alma.
Por las calles revive la Historia diciéndote: ¡Escala!
¡Que aún existe una cima más alta!

Y la melena solificada me dijo: ¡Ya nos veremos!
Mientras me cegaba no pude decir adiós,
Pero ella me esperaba en unas horas
Nutriéndome la espalda
Con un fugaz color me encantas.

Sergio Rodríguez.

martes, 10 de septiembre de 2013

Nudillos blancos.

Mi locura palpitante estremece la noche.
Furia incontenible, enfermedad acechante.
Hipocondría contenida, lucha inquebrantable.

Delirios fulminantes, anti-sistema.
Futuro incierto, inabarcable América latina.
Culturas inquietas, compañeras,
Patria o muerte a sangre fría.
Amante de bravura.
Destrozo el bolígrafo, el alma.
Cada pedazo unido es voluntad de unidad moderna.
Solidaridad intelectual masiva, como tus ansias de victoria.

Hombres de frente, inevitables conflictos.
Las mujeres hicieron de su ideal una realidad sin tapujos.
Orgullo militante de cemento, turista en el campo,
Amante de ambos. Libros se me clavan al rojo vivo,
Como gritos de desahuciados al unísono.

Caiga el gobierno y sus hienas.
Mi brazo no tuerce aunque le estallen las venas,
La furia del artista no entiende de públicos
Hago cadáveres mentales de los cínicos de turno.
Un tiro a las cabezas con ausencia de ideas.
La belleza humana escapa de los ojos con vendas.

Soy de los últimos despojos del siglo veinte.
Conciencia de mundo, mirada sin horizonte.
Ni un paso atrás en el camino bolchevique.
Recuerdos, imágenes,  vivo en el declive
Y sobrevivo por mi droga que es el arte.

Sergio Rodríguez.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Vamos (más) allá.

Me saqué el corazón y lo puse en la mesa.
Vencido lo miré, él también lo estaba.
Nos dijimos que a dónde íbamos a llegar.
Que este arte nos iba a dar ceguera.
Que esta selva que tapa el sol nos alumbraba.
Y que sin la verde cultura él se desangra.

Le dije que si quería agua, pero no quiso bebida.
Le dije si quería comer, pero no quiso comida.
Le dije que si quería amar, pero ya lo estaba haciendo.
Y yo sumiso a él me bebí la noche hasta ser un borracho.
Un borracho de pasión interna, de latir profundo.

Lo maté y resucitó al tercer día, me dijo que no era la hora,
que en la cumbre de su montaña estaba ahora
y que despertara, haciéndola crujir de amor cada mañana.
Y yo cogí el puñal memoria, y recordándola, me tallé una sonrisa. 

Supe que sin él yo seria cenizas, quemadas bajo el sistema.
Que por él doy la vida, aunque él es la vida misma.
Que de él sale lo que escribo, siento y padezco.
Y que es él quien es tocado ante unas palabras dulces,
Ante un beso tan azul que ni cielos ni océanos,
Ante una boca que no da tregua en busca de pieles,
Mis pieles. Las de color marrón con tinta sureña.
Entiende de besos sin horizontes y va, derechito,
hacia tus confines cielados.

Este agua sigue rompiendo diques,
Sigue siendo inútil el grito que le dice que pare.
Por mi que arrase con todo, que parta cruces
Y siembre revoluciones, que siembre siempre

Y nunca termine de crecer.

No me canso de la ruta que hay entre tus cordilleras.

Sergio Rodríguez.

domingo, 7 de julio de 2013

Nunca estoy solo.

Hoy vi que mi vida, insignificante, va más allá de lo establecido.
Hace ya me quité la venda de los ojos, salí de la cueva.
Probé el sabor de la poesía más pura, la mía hecha
¡Por amor a las palpitaciones de la belleza, que me llena!
La noche hoy quedará saciada y el olvido, eso es, olvido.

Mi fuego sale fuerte a la brisa, que parece que me quiere,
¡Brisa! Sopla un poco más, muere y después ven deprisa, que me hielo.
Soy esa calle andaluza que quema incesante hasta que llueve.
No soy ese que fui, ni soy el que soy y tampoco el que seré.
Si digo que soy ya fui y ahora también se fue, y después se habrá ido
Otra vez. La vida corre y si aquel filósofo griego calló por esto, bien,
Yo no lo haré.

En un trozo de cielo escribí las frases que mi vida cambiaron.
Cada noche las llevo a cuestas, pero mis dedos no las pronunciaron.
El espejo sabe por qué desespero, y sabe lo que es el trabajo bien hecho.
De este pecho salieron escudos acabados con la sangre del recuerdo.

Salté la valla del jardín y toqué sus hojas, comí las manzanas prohibidas,
Me reí de todos. Jugué con los olores, hice saltos en el aire con colores,
Pero mi colonia favorita la tengo en tu piel, salada como salinas
Pero dulce a la vez, si permites, quiero besarla todas las tardes.

Esta es mi salida, pequeña, humilde y sencilla, pero llena de pasiones.
Mi corazón es de hielo griego, arde con la misma furia con la que hiela.
Quemo sentimientos  con solo mirarlos, o hielo pulmones con las mismas artes.
No tengo carencia de pasiones, ni de sentimientos. Si cada árbol fuera una siembra
Mi interior sería una selva de la cantidad de semillas que están plantadas.
Cuál germina o germinará sería una buena pregunta que hacer a la... nada.


Sergio Rodríguez.

lunes, 1 de julio de 2013

Necesidad

Camino de vuelta al centro de la tierra, donde yo lo quiera.
Despedidas a mi espalda, rota como mi alma si fuera enjaulada.
Hoy el talento sangra por cada inspiración perdida.
Voy a tatuarme en las manos el aislamiento de aquel poeta
Que escribía mirando al cielo en su terraza, con la fresca.

Arena, noche, olas, aire, silencio, mar, salitre, surcando latidos.
Quietud, hormigón, ladrillo, suciedad, luna, componiendo futuros.
La pasión del cara a cara renueva la vida y rugen los ojos llorosos.
El tacto de la belleza escrita, la muerte de un corazón entre susurros.
Eso es aquello por lo que lucho, por un mundo yermo de muros.
Por corazones borrachos de poesía y solidaridad entre los muchos,
Que no son nadie pero lo son todo, como besos entre edificios.
Como el amor a sangre fría, de esa que nos derrite como niños.

Me muero por la boca si de mirar me quedo ciego.
La vergüenza que te brota de una comisura del labio.
Tú pincel y yo lápiz, pintemos la revolución a letra y color.
Vengo a clamar al suelo por la explosión de mi cuerpo.
Ya no lo quiero, ni quiero sus límites, quiero volar como siempre
Con un poquito de incomprensión que puede saber bien.


¡Mañana yo un pequeño espigón en el mar del mundo!

Sergio Rodríguez

lunes, 17 de junio de 2013

Presencia.

Sueña a cada paso con aumentar la huella del siguiente.
Una vida sencilla con sed de gigante.
Una mirada profunda con lianas de poder,
con ganas de poner, una vez más, el mundo al revés.

Selva o lago, al fin y al cabo, verde es.
Como una barca sin remos dejaría mi cuerpo flotando en él.

Podría respirar esa droga una y otra vez.
Podría luchar por ti hasta la última vez.
Podría besarte como te quiero esta tarde.
Podría pintar aquí cómo de fuerte mi corazón late
Por ti.
Una manera más de sacar a puño y letra lo que la conexión hace sentir.

Sergio Rodríguez

martes, 4 de junio de 2013

Marrón arenoso

Va el bandolero, quijote alegre, ensillado en la Historia.
Rememorando, henchido siempre, enamorado hasta la médula
De la muerta vida, de la esquina tuerta de tu cintura.
La quietud de la tierra inspira, ojos que sirven cielo en jarra.

En la camisa veinte anarquías, abierta pa´ la naturaleza;
Arrugá por envites de bayoneta. Por la garganta incierta
Prohibidas gotas de tierra roja de aquí y de allá, sabe a gloria.
Ese calor en el pecho, ese clamor que mancha la boca.

Faltriquera atea de avaricias y llena de cabezas de ricos;
De noches en vela, con el cielo, de abrir caminos con brío.
Fuego que consume las patillas, utillaje de papel y pies lazarillo.
Sin pantalones de por vicio, siempre fue carne de libro.

Los cojones bien utópicos, héroe entre villanos de ley, pistola cierta
Dio muerte a escoria. Vino la sangre y no Dios a la cena.
Roja como las banderas obediente al corazón reverde, como la sierra.
Negro como la tasca en la octava ronda, ¿y la ronda que tuvimos con la francesa?
Acribillada con pólvora animal de cuarenta balas denominación justicia.

Su boca era una noche sin luna, oscura pero bella. Palabra seria.
Una mordedura en cada frontera, eso era cada pisada de su bota.
Poesía ambiente chorrandita de almizcle, joder, de carne y sal.
Las manos negras y las rodillas quejías de la señorita campesina.
Nunca sabe uno cuando se desabrocha una camisa por galantería.

Tatuado en los genes y en las paredes de su niñez: ¡Muerte a la reina!
Si por él fuera fusilada al Alba, como madrileños en su coraje libertad.
La piel morena luce con brillo orgullosa horas de sol y sangre sarracena.

¡Poemas al viento! ¡Ropas abajo! ¡Vino hasta arriba! ¡Quién traerá esta noche la cena!

Sergio Rodríguez

domingo, 7 de abril de 2013

Importancia sobre la toma de conciencia.

Toda decisión que uno toma a lo largo de su vida, si se toma con cabeza, requiere un grado de conciencia y comprensión de las circunstancias que rodean a esa decisión. Así pues la decisión de cambiar el mundo requiere un conocimiento y comprensión del mismo. En el momento actual, en la España de hoy, existen personas que son ajenas completamente a lo que ocurre alrededor desde un punto vista más global que el de su propio ombligo. Yo me pregunto: ¿Estas personas en qué piensan a lo largo de todo el día? no es que yo esté todo el día pensando en revoluciones ni en cómo cambiar las cosas ni mucho menos, pero qué menos que un breve periodo de tiempo...
Pienso que tomar conciencia de lo que está pasando es incluso inevitable. Me cuesta creer que no vean algún titular de un periódico en el metro, de otras personas, en el informativo de pasada, en Twitter...
De veras que no puedo creer que toda esa información rebote en la cabeza de esas personas, pero por desgracia parece que sí. Más aún me indigno cuando estos casos se dan en ámbitos como en el que me muevo yo: ¡En la carrera de Historia! ¿Cómo alguien que va a dedicar su vida a esta ciencia social y a las letras en general puede no tener conciencia del mundo? Precisamente la historia consiste en entender el funcionamiento del mundo humano a lo largo del tiempo, creo que es totalmente necesario tener interés en este tipo de cosas.
Pues si bien es malo que haya gente que no vea más allá de su ombligo porque, inexplicablemente a mi entender, no se da cuenta peor es la gente que sabiendo por encima lo que se trama no lo quiere ver y saber más. Es la plena expresión de los esclavos mentales que ha creado este sistema tan injusto que quiere callarte no sólo verbalmente sino también mentalmente. Esta es la causa de que este sistema explotador siga en pie, la abundancia de mentes dormidas. Como bien señalaba Marx el principio de la revolución es la toma de conciencia de clase.
Yo me pregunto si también si la vida de estas personas no está un poco vacía, incluso si tienen una humanidad completa. En mi opinión lo que nos diferencia del resto de los animales en nuestra capacidad de razón, si esta capacidad se una de una forma tan leve y superficial... ¿Qué somos humanos o borregos? Me viene a la cabeza la imagen de un burro andando con una zanahoria colgando delante su hocico sujetada por su amo que solo cogerá cuando haya hecho el trabajo, si la coge. ¿Quizá como el trabajo asalariado actual o como la situación del obrero en la sociedad capitalista?
En mi experiencia personal diré que mi deseo de hacer de este mundo un lugar mejor, más bello y más justo me ha hecho preocuparme cada día más sobre cómo funciona el mundo, las personas, la sociedad. Ojo, que pensar este tipo de cosas no hace que te diviertas menos como creen muchos. También esta forma de ver las cosas creo que me ha hecho mejor persona de la que era antes de tomar conciencia, porque nadie nace sabiendo, porque me ha hecho generar unos valores más justos y me ha hecho valorar y ver las cosas desde un punto de vista más profundo. Esto es una de las cosas que me llena y da sentido a mi vida. También nutre esa voluntad que tiene el ser humano de dejar huella en el mundo.
Existe una falta de madurez mental en la sociedad horrorosa. Está todo inyectado de una superficialidad que nos viene desde muchos sitios, pero uno de los que me parecen más vitales es este:
- La escuela y los institutos: El que estudia es un empollón amargado y el que no estudia es el más popular (se cumple más lo segundo). Si lo extrapolamos a la vida adulta nos da el capitalista explotador truhán, en el caso de que triunfe, o ese obrero que vota al que le sigue explotando cada día más y pequeño empresario o también obrero digno diluido entre las masas sin un ápice de fama. ¿Qué valores nos enseñan? ¿Dónde está la educación que fomenta el pensamiento propio y crítico? ¿La duda? ¡Que es la misma base de la toma de conciencia, qué casualidad! ¿Cuántas redacciones nos mandan que hablen de los problemas históricos o actuales y cuánto las valoran? pocas y muy poco. La educación se basa en la memorización estúpida y desmotivada de cosas que luego la mayoría se olvidan a las pocas semanas del examen. Aquí está el gran problema, todo surge de aquí: los prototipos sociales triunfadores, la pasividad, la superficialidad... 
La cultura y la duda nos hace conocer que no todo siempre tiene que ser igual y que hubo hombres que dijeron "¡Basta ya!" y que también existen las ideas.Hace que tu campo de visión se eleve y empieces a comprender cada día más. Te empiezas a preguntar el por qué de las cosas. Por ejemplo el por qué tu padre o madre tiene que estar 10 horas al día trabajando para que tú puedas sobrevivir y por qué otros trabajando la mitad les daría para alimentar a cinco familias enteras. Por qué sale la gente a la calle a protestar o por qué hay tanto sufrimiento en unas partes y tanto derroche en otras. Por esto los gobiernos capitalistas restan importancia a las formaciones en letras, aunque últimamente atacan a todo, y le dan más importancia al saber técnico. ¡Porque las letras sobre todo, y también las ciencias con ellas, son caldo de cultivo para las revoluciones y el progreso! el saber técnico en su actividad no requiere más que memorizar unos pasos más o menos difíciles, pero no requiere razón de verdad. Esto es justo a lo que tienen miedo, a un pueblo que sepa por qué dice "se acabó" y cómo hacer para que todos se den cuenta. Muchos me dicen que todo esto es muy bonito pero que es una utopía, imposible. Eso precisamente es lo que quieren que pienses para que les dejes a ellos, los de arriba, seguir robándote y dándose la buena vida mientras doblas la espalda o las preocupaciones te hacen pasarlo realmente mal. 
Sin embargo llegar a estas conclusiones en las circunstancias actuales es difícil por varios motivos: el Estado no lo apoya evidentemente, parte de tu alrededor al salirte del rebaño te llamará tonto o iluso e incluso te criticarán. También estos pensamientos te darán dolores de cabeza y malestares aparentemente sin sentido. Pero como dice Julio Anguita: "Costará mucho tiempo y mucho sacrificio pero es hermoso luchar, incluso morir por eso porque morir tenemos que morir, muramos al menos luchando por un ideal noble". 
La humanidad, el orgullo y los valores, la forma de ver la vida que se adquiere con la toma de conciencia no tiene precio. Además se lucha por el bien de la humanidad, ¿Qué causa hay más noble que esa? Imagina un mundo sin pobreza, sin sufrimiento de mucho por el beneficio de pocos, igualitario, bello, sano; repleto de amor y de paz. ¿Es posible? ¡Por supuesto! y el que diga que no es un cobarde cegado por su egoísmo. 

Sergio Rodríguez

martes, 26 de marzo de 2013

Bajo tierra.


Vuelvo a los orígenes para renovarme por dentro
Llenar de sangre lo que estaba reseco.

Sufres la furia bestia que te arranca las agallas
Del fango de tus sueños, lo noche se funde
En las botellas, carros con borrascas, lluvia de ideas.
El despertar de la conciencia, la activación de la violencia.
Los gritos de la calle son hierro tosco en mi yunque.

Escritores, pintores, filósofos y pensadores visten deportivas.
Como radares captan con ojos inyectados en guillotina.
Sustancias nuevas, unidas o desunidas, como los barrios de la periferia.
Malditas tardes a lloviendas, salen mentalidades nutridas de resaca
De debajo de las piedras.  Cuando se abre un libro se abre una semilla,
Potente, de entre las cejas. Vi el desagrado en las pupilas de las monjas,
Lo utilicé como néctar de las explosiones que estallaban por las venas.
Cada mirada altiva en la jungla una presa presa de la furia de mi Mosin Nagant.

Una inspiración que pide matanzas de ignorancia.
Las manos calientes de escribir, no de fumar.
Celebrando la noche entre cuatro paredes y con mis palabras.
Compañía inaudita, nunca vista salvo por mis ataduras.

Camino senderos descalzo sintiendo, no perdiendo el tacto del trigo.
Rebelde como Máximo, con su dama y un futuro incierto en el Coliseo.
Letras bañadas en crisis, nutridas de éxtasis con sabor carmín.
Como la boca besada después de un beso sincero, tu cabello carmesí.
Practico sobre el blanco la diálisis emocional, con toques de asfalto, urbano.
No podrás entenderme sin valorar ciertos valores que hablan de pensamiento crítico.

Sergio Rodríguez.

lunes, 4 de marzo de 2013

Fisura.


Observa cuando llueve, las gotas incesantes en tu paraguas, si lo llevas.
Pensamientos de abejas agujereadas por cañones de ignorancia.
Sopor, sale sopor de sus cabezas, de las antenas casi rotas.
Mi paraguas negro, como la noche, se cierne sobre mi volcán
Que no me da tregua, neuronas en éxtasis, menos mi credo,
Que está muerto de dioses. Me abro la piel a tiras
Y me salen gritos que a veces callan ardientes estacas.

Poesía tétrica sin artículos, con imágenes estrechas, seguidas,
Conseguidas por ataques cíclicos de reflexión a escondidas.
La denuncia social la hago por todos lados, pero mis dados
Ruedan hacia los imanes de tus pechos, malditos, alienan mi odio.

Voy a retirarme al olvido por unas horas, voy a nutrirme de la melancolía
Voy a sangrar hasta que no me quede más, voy a extrañar.
Los ojos se vuelven locos por mirar demasiado, danzan por el ocaso.
Y este frío que no me deja fluir, con versos congelados.
Primavera ven a mí y hazlos revivir de sus fracasos.

Echo de menos la calma de mi locura, joder. La antítesis de las palabras
Me lleva por calles inhóspitas de ciudad bombardeada;
Como mi alma, resquebrajada, que se mantiene unida por una fina capa
De cerámica construida y reconstruida a base de cálidas mañanas.
No sé qué sería de mí si murieran mis cánones, y mis cañones…
Que sería de mi defensa sin mi ataque, que sería de mí sin mis alucinaciones.
Que sería de mi silencio sin mi lengua tatuada violentamente
Con aquellos párrafos contaminados de sueños, de tempestades.

Esta transición que me arropa por las noches, los monstruos que acechan.
Edad de decisiones críticas, evasiones profundas y constantes
Por un mundo que no nos gusta pero no nos atrevemos a cambiar.
Contradicciones que nos matan, degradan, que humanizan la Historia.

Mirad mi crisis, esta noche no encuentro mi catarsis. Me falta claridad
En esta bruma espesa y sucia. Me faltan mis antiguas botas de plomo.
Mis pisadas brutales que marcaban los compases del asedio
A las murallas del sistema.

Sí, somos jóvenes y queremos parar la rueda.
Eso intentamos atragantándonos con la bebida,
Con las conductas suicidas de esta sociedad corrupta,
Maltrecha de esperanzas, que espera ser destruida.

Sergio Rodríguez.

jueves, 28 de febrero de 2013

Canal.


Vuélvete loca, mente, llena de estímulos caballerescos.
Relinche de caballo en cada cabalgada de dos pasos.
Miro mi vida de lado atravesándola por el interior
De la curva de que me ofrece esta mentira. Boscosos
Son los tiempos que vivimos. No voy a describir silencios.
Boscosos son tus ojos, como clamores de batalla me llaman.
Bosques teutónicos donde cayeron águilas. Allí calló la mía
Y miró anonadada los brutales golpes de la naturaleza.
Mira los dedos como se duermen… como se duerme mi alma
En tu regazo, en sedientos ventanales de aguas claras.
Voy a destruir mi campamento entre dos fuegos rojos.
Mejor lo creo, como la vida que dicen que es crear, yo muero por crear.
Puedo olvidar pero jamás me olvidaré de crear.
No me llega la vista a mi horizonte, y tu boca ahora sonríe besada.
Son míseros los versos dedicados, y los labios se aprietan porque sí.
¿Y los cantos… que te cantaré?, y fajos de telas azules para mi cielo.
Los sueños de un mundo nuevo me siento y de oro me adueño.
La belleza de corazones llorando al unísono del arte en directo.
Sonrisas de complicidad con manos ayudadas por cadenas-sentimiento.
Fluyen los efectos de humanidad sin avaricias, sin orgullos mezquinos…
Podré decir que la juventud me dio su poder, me dio las ganas,
Me dio el coraje para enfrentarme a las mayorías acobardadas.
Un sueño utópico, ¡utópico me llaman! ¿Y los secretos que me ha contado el cielo…?
Un miliciano que combate en el interior, como Sócrates, miliciano al fin y al cabo…
En un mundo distinto a aquel donde los puños se cerraban en trapos rojos;
Aquel donde los  ojos lloraban de emoción ante palabras, como yo lo hago ahora…
Aquel donde las palabras eran ciudades en el aire, donde de la mente salió un cambio,
Una idea, un sentimiento de revolución. 
Se me clava el odio por las calles, punzante como lanza romana en territorio salvaje.
También se me clava el amor por los besos, que me tatúan el cuerpo incandescente.
Tatuajes que marcan calor y presión. Que me presione la vida hacia tu cuerpo, tu piel.
Puedo decir que el amor y la revolución son mis dos brazos.
Puedo transmitir conflictos derivados de ambos, y también pasión a raudales.
Cada poema una ola en los mares de los años.
Cada beso un verso, ese es mi trato.

Busco la eternidad en lo escrito, como Ulises.

Sergio Rodríguez.

lunes, 4 de febrero de 2013

A estas alturas.


Desato cabos, hoy es el infierno de los sensatos.
Ni por el rincón del oído más hermoso  cabe mi ansia
Por escribir, te lanzo mi libre verso, por el acantilado hacia la mina
De metales extraños, incontables, donde yacen sudores de seres indomables.
Tan indomables como aquellas dos almas, sucias de pasión censurada por ángeles;
Limpia de contradicciones  por naturales encuentros desbocados, estrellas alcanzables.
Brindé mis hojas de Otoño, medio muertas por el frío, a un viento que en ocasiones
Me sangraba las pestañas, por no mirar hacia arriba, joder. Levantamos las manos incontables
Veces saciando nuestra sed redentora de culturas mistéricas enterradas en los más hondos corazones.
Muerte a las ruinas del pasado y larga vida a las revoluciones futuras, pudimos ser no vale,
Somos y seremos, fluimos y eso es lo que vale. Maldad pura aprieta las canciones, en apuros
Me llamó el hambre para paliar a los hambrientos de palabras guía y de sentimientos.
Nuestros ídolos son ojos que se fusionan creando campos con tierra y hierbas,
Campos de santas tierras, una santidad bañada de naturaleza soleada llena de  escaramuzas
De olores fuertes, alegres, simpáticos, ¡Celestes! Imagina caernos por las colinas.
Son Como el colchón curvado de tu espalda, blanco poder que me embriagas, maldito seas
Que me haces llorar, insano, atrápame. No puedo dejar este vicio, púdreme con aguas húmedas.
Arráncame la piel maldita bestia. Voy a despertar hasta que las cenizas hagan esclavas
Las banderas viejas. Mándame los besos, que digo,  mándame a los tiempos para fundirlos.
Podría hacerte poemas con letras de madera, o de estaño, o de lujuria con puñados
Revolucionarios de cordura momentánea. Que escampe el lago para poder enterrarnos en él
Y salir impulsados por el poder infinito de nuestros pies, ¿Acaso hay barreras en nuestro ser?
¡Venid aquí estúpidas leyes y morid bajo nuestras miradas irracionales! O cascadas de placer.
Que podría sentir yo al tocar un palmo de su piel sin después escribir libros con la tinta de la sed. 

Sergio Rodríguez

viernes, 18 de enero de 2013

Un segundo de abstracción.


El arranque del ímpetu de mis manos que me agarran
Como viento se hunde en mi pecho sin alhajas.
Los vocablos de la vida por naturaleza cambian
Y por naturaleza los humanos por la justicia claman.
Sombras de los pasos de muchedumbre a mis espaldas.
¿Cuántos dejaran huellas en este mundo?, cuántas toneladas
De ausencias por las noches...  Este amor por las palabras.

Acaricio las máximas palabras para expresar lo que vivo.
Busco las máximas ideas que me sanen los descuidos,
Sanando con ilusión la visión de los caídos.
Miro sus ojos en los vagones azules madrileños;
Donde los proletarios canjean su tiempo por dinero;
Donde las miradas opacas camuflan sentimientos.
Algún día atacaré al sistema con papeles directos.

Clamo a tientas por un mundo nuevo.
Me forjo la opinión como un tesoro
Entre los agujeros de mis párpados.
Siente la desesperación de tu cuerpo
Pidiendo sangre o pidiendo a gritos una solución a tu desplazo.

Si quieres mi estima dame gestos con mensaje,
Conversaciones con oleoductos de sensibilidades.
Dame carisma de la cara y  planes baratos.
Dame aviones lejanos y aires extraños.
Ser capaz de respirar en otros sitios.

Ven a mi dulzura, la suavidad del alma.
Estos versos me recuerdan a mi hada
O a su nombre que como uñas se me clava.
Torrente de impresiones que me estremece.
No podría esclarecer entre tanto tu cuerpo finito,
Ni podía abarcar con mis brazos tu bosque infinito.
Este libro que voy escribiendo, volviendo a los principios
Si se tercia, saltándome los capítulos para llegar a tus caderas.
Cruzando suelos escurridizos miro hacia arriba sabiendo que me esperas.

Sergio Rodríguez.

miércoles, 2 de enero de 2013

Adrenalina corrupta.


Ábreme la puerta, y engánchame como perro a su presa.
Sacúdeme los sentidos de derecha a izquierda con fuerza.
No temas, si existe placer no existe el daño ni la santidad.
Quítame los pudores con bocados que me dejen marcas;
Marcas de una guerra sin balas pero con aullidos de guerreras.
Siente esas ganas de matar con pasión, de gritar como furias.
Comprende cual es el significado de la libertad ahora,
Que estás encerrada entre mis brazos, donde no existen palabras.
Ilumínate de la luz que entra por la persiana, escasa como la justicia.
Se abren las pupilas y nos colocamos del azul oscuro de los cuerpos.
La piel se vuelve dura para aguantar los embates. Salvajes se vuelven
Las manos que ya no son esclavas de la sociedad que las mira.
Ahora que somos, como las nubes, inmunes a todos
Abrámonos las alas para planear sobre los infiernos.
Ríete de los desamparados por la cobardía de sus mentes;
Para rugir como enamorados de la locura hay que ser valientes;
Hay que sentirse diferente¸ y además conseguir serlo en la clandestinidad
De nuestros hogares. Vencer a la rutina con lanzadas hirientes.
Valorar cada mota de polvo situada en los picos de tus colinas como Historia.
Dibujar líneas imaginarias sobre los restos de las presiones.
Horadar tu alma con el roce de mis pestañas calientes.
Quitarte las envolturas con las que el mundo te observa;
Observar cómo crecen las semillas que hay bajo tu cuerpo.
Semillas de revolución alimentadas con placer y canciones
De amor e insubordinación hacia los órdenes establecidos.

Ahora me abres la puerta de verdad y dejo de pensar, de escribir y de estas tonterías.


Sergio Rodríguez.