lunes, 15 de diciembre de 2014

Abierto a navajazos.

Después de años, de sequías, vuelvo a mi oficio.
Vuelvo y vuelo directo a tu conjuro de nervios.
Mi abismo, mi secta, mi complejo laberinto,
mi pequeño lago que raspa al Sol con su cabello.
Por eso quema, por eso ardo, por eso sudo
versos, por eso resquebrajo el cielo gritando.
Subí a la cima y me encontré tórrido y seco.
Probé a excavar pero, solo encontraba peros.
Me cayeron truenos, sonrieron los cuervos,
me aplastaron el corazón bloques de hielo
Llegué a no ser nada, la lluvia me inundó.
Supe entonces dónde estaba el Sol.
Reviví al poner ante tu nombre un artículo.
Esto es como encontrar una escama de dragón
en las voraces fauces del siglo veintiuno.
Que ya no quiero ser poeta que quiero ser tu maldito Plutón.
Que ni quiero lunas ni estrellas, que quiero tu sexo.
Por mi osadía se creó el invierno, y qué, te gusta mi infierno.
Vuelvo a los telares, vuelvo a tejer tu rojez de Febrero.
Vuelvo a destapar el Octubre que tienes el pecho.
Rúgeme leona, que juntos cazamos,
que juntos somos y juntos vamos a ese hoyo,
el de los filósofos, rechazados por no parar de mirar al cosmos.
Ahora ves que no hay otra forma de abrirme que a navajazos. 

Cuentan que fuimos caídos en combate ideal por causa justa.
Cuentan que yo herido te escribí un poema
y que sanado por tus palmas pude volver atrás
pude agarrarte de nuevo y saltar, hacerte el boca a boca
hasta quemar esta puta ansiedad, que no te quede ni gota
de aire en tus pulmones si es por luchar en mi cama.

Bajé de la cima entonces, a punto de caer
dando bandazos entre escoria del sistema.
Las piedras me hablaban, no la mereces.
Pasando las noches solitarias,
la sangre paró de fluir, ni la hierba crece.
Cada paso una batalla ganada en mi mente.
Los músculos derrotados de recitarte,
llegando hasta ti jadeante.
Mi resistencia como la pax romana, en jaque.
Con poco que decir y mucho que hacer...
Tomándome licencia del gran Bécquer:
Mudo, absorto y de rodillas
como vencido ya por la tempestad,
como yo te hielo, asómbrate,
así... nadie te helará.


Quise helarte, pero es inútil helar al Sol. 

Sergio Rodríguez.