lunes, 8 de octubre de 2012

Mi refugio.


Ahora que parece que he parado un poco puedo meditar.
Con mis dedos y los tuyos podríamos tal vez jugar
A ese juego en el que viendo a las llamas crepitar
Puedes ver, y si gustas, incluso la más bella piel rasgar.
Con dedos corruptos los instintos más fieros querrán despertar
Y lo que un día pudo ser sueño con un poco de azar,
utopía, valentía y tempestad podrá, como la alegría, ser real.

No sé tejer, pero sí describirte en una bufanda de imaginación
Un amanecer en el siglo uno antes de muchos.
Con ella arroparnos enteros y dejar con gusto el frío para otros.
Pues el secreto puede ser lo más simple y complejo, una canción.
Una telaraña de notas que avanzan sembrando caos
Del que brotan vibraciones como soles y segundos como rayos.

Hablar sin saber es un placer que se utiliza muy alegre.
Unos versos son puñales que se clavan en corazones.
Jugar con ellos echándoles veneno ignorante
Es como mirar unos ojos y quedarse ausente.

El placer de enhebrar letras me consume, y consumo
Toda la droga que exista si sale de una cabeza.
Y me vuelvo a consumir por un latir del viento
Que me hace consumir más, más y más con suspicacia.
Aguanto y tambaleo en un vaivén de humo de pensamiento.
Un día ideas claras, duda, revolución y nuevo paradigma.

Hay gente a la que no le gustan las banderas de tela.
Mi bandera tiene tres colores y la llevo en la sangre,
Roja como el cielo a veces y como la vida si pasa eso que sabes.
Amarilla como ese resplandor que si abres te ciega
Y Morada como ese aire que coges cuando ves algo diferente.
Perdonadme si creo en lo hermoso de la idea.
Matarme si causo enfado entre vuestras vidas sin causa
Pero aquí me hallo con las estrellas expresándome.
Y gritad si sabéis que yo, firme, soy feliz lamiéndome si duele.

Sergio Rodríguez.

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