martes, 17 de marzo de 2020

Versos en cuarentena II

Galeón robusto se dispone a zarpar.
Marineros ceñudos se hacen a la mar.
Creían que no había muelle para reparar
Y ahí va firme su vela roja cubierta de sal.

Machaca las olas con su suelto virar
Y es que no hay pirata dispuesto a
Torcer su rumbo directo a la tempestad.
Sin adrenalina su madera no cruje igual

¿Qué pensarán entonces de su capitán?
Bravuconerías y rompe-amaneceres dirán.
Pero este humilde escritor alza su pluma
Para forjar su leyenda desde esta bahía.

Sé que en su sombrero conviven dos almas;
Una en tinieblas curtida en bajos fondos
Donde encuentra fuerzas para remar.
Los tatuajes le recuerdan su comienzo.
Ilusos creen que ha olvidado, ¡Jamás!
¡Jamás entregará su alma al descanso!

Se siente bien mirando al cielo entre callejuelas.
Le sienta bien el ardor efímero del vino rancio.

Pero en ese sombrero hay lugar para la sed.
Sed de historias antiguas que le entablan
Su alma varada entre pasado y presente.
Su estandarte regio baña de luz el mar
En una quietud que no convence  ni al horizonte.
Pero a él no le importa, hace ruta al navegar
Porque surcar lo que hay entre dos continentes
No permite guías sencillas ni palabras claras.

Les digo a los incrédulos que este capitán
No se amilana en cosechar contradicciones,
Porque esa es su esencia, y tener una,
Amigos míos, no es cualquier merced.

Sergio Rodríguez

lunes, 16 de marzo de 2020

Versos en cuarentena I

Días sombríos recorren estas calles,
El ceño fruncido parece ser tónica.
Al final quedo yo entre mis paredes
soltando lastre con guitarra imaginaria.

He desempolvado la  aún joven estantería
y hay algunos libros ya demasiado viejos.
Ya no me inspiran las mismas melodías
de poesía bruta y encantadora distorsión.

Hay libros que por su peso no se moverán.
Aquellos pendencieros de búhos y ébano...
esa negrura aún hoy quiere y puede colarse
en estos versos destilados con los años.

No voy a negar que leyéndolos aún puedo volar.
Aquella magia tiene conexión directa con mi yo.
¡Cuántos cortocircuitos acumulé en mis brazos!
¡Aquel jardín de placer donde pequé sin cesar!

A veces me pierdo entre tragos fuertes de nostalgia.
Es increíble ver cómo todo cambia por circunstancias,
cómo la vida sigue su cauce totalmente arrolladora
y uno sólo puede ver pasar a gente por la acera.

Es bonito rebuscar en un pasado
sabiendo que sólo puedes sonreír,
Arquitectura emocional lo llamo.
Como regla necesaria saber elegir:
lo malo después de usado al sótano
y lo bueno bien regado a relucir.

Y cómo no voy relucir si pronto con el sol
esa carita va a activar su mirada lunar...
y yo, recitando de fondo halagos de turno,
veré complaciente como te alejas al progresar,
aunque me beba el viento por dentro 
por tener cerca otra vez ese olor boreal.
Y es que la tinta que derramé por tus ojos
no tiene rival ni precio, pero sí dueña.

Nuevas melodías, nuevos sentimientos,
nuevos modos y nuevas sobremesas

¡Qué seríamos sin expresar!

Sergio Rodríguez