domingo, 19 de julio de 2015

A lo mejor perdido.

El trote de la hueste ya está sonando,
yelmo a yelmo gritando:
¡La noche nos encontrará sudando
si no perecemos, si no descuidamos!

Busco lo finito de aquellas noches,
mientras caen de envidia los dioses.
Lo que han visto estos ojos, arcángeles
sin alas, demonios llenos de reproches,
es capaz de dar de comer a los trovadores.
Mi única condición es el morder
carne prieta, bañarme en sangre rebelde,
espasmos de visiones vacilantes.
No tengo la culpa del fin de los atardeceres.
Sigo pagando consecuencias de errores,
pero no soy de quedarme en los cascotes.
Decidí apostar por la gloria de los valientes
y pude ser protagonista de los ruiseñores.

Ahora estoy desnudo a la intemperie,
jugando a las cartas con la suerte,
que en cualquier esquina o cruce
puede aparece la palabra: perdiste.

Me preguntan, con insidia, si este tatuaje
de libertad tiene algo de verdad o embuste.
Yo digo que qué más da la clave que se toque
si existe pasión durante todo el convite

No podrán clavar lanzas en esta libreta indomable.

Sergio Rodríguez.