domingo, 7 de julio de 2013

Nunca estoy solo.

Hoy vi que mi vida, insignificante, va más allá de lo establecido.
Hace ya me quité la venda de los ojos, salí de la cueva.
Probé el sabor de la poesía más pura, la mía hecha
¡Por amor a las palpitaciones de la belleza, que me llena!
La noche hoy quedará saciada y el olvido, eso es, olvido.

Mi fuego sale fuerte a la brisa, que parece que me quiere,
¡Brisa! Sopla un poco más, muere y después ven deprisa, que me hielo.
Soy esa calle andaluza que quema incesante hasta que llueve.
No soy ese que fui, ni soy el que soy y tampoco el que seré.
Si digo que soy ya fui y ahora también se fue, y después se habrá ido
Otra vez. La vida corre y si aquel filósofo griego calló por esto, bien,
Yo no lo haré.

En un trozo de cielo escribí las frases que mi vida cambiaron.
Cada noche las llevo a cuestas, pero mis dedos no las pronunciaron.
El espejo sabe por qué desespero, y sabe lo que es el trabajo bien hecho.
De este pecho salieron escudos acabados con la sangre del recuerdo.

Salté la valla del jardín y toqué sus hojas, comí las manzanas prohibidas,
Me reí de todos. Jugué con los olores, hice saltos en el aire con colores,
Pero mi colonia favorita la tengo en tu piel, salada como salinas
Pero dulce a la vez, si permites, quiero besarla todas las tardes.

Esta es mi salida, pequeña, humilde y sencilla, pero llena de pasiones.
Mi corazón es de hielo griego, arde con la misma furia con la que hiela.
Quemo sentimientos  con solo mirarlos, o hielo pulmones con las mismas artes.
No tengo carencia de pasiones, ni de sentimientos. Si cada árbol fuera una siembra
Mi interior sería una selva de la cantidad de semillas que están plantadas.
Cuál germina o germinará sería una buena pregunta que hacer a la... nada.


Sergio Rodríguez.

lunes, 1 de julio de 2013

Necesidad

Camino de vuelta al centro de la tierra, donde yo lo quiera.
Despedidas a mi espalda, rota como mi alma si fuera enjaulada.
Hoy el talento sangra por cada inspiración perdida.
Voy a tatuarme en las manos el aislamiento de aquel poeta
Que escribía mirando al cielo en su terraza, con la fresca.

Arena, noche, olas, aire, silencio, mar, salitre, surcando latidos.
Quietud, hormigón, ladrillo, suciedad, luna, componiendo futuros.
La pasión del cara a cara renueva la vida y rugen los ojos llorosos.
El tacto de la belleza escrita, la muerte de un corazón entre susurros.
Eso es aquello por lo que lucho, por un mundo yermo de muros.
Por corazones borrachos de poesía y solidaridad entre los muchos,
Que no son nadie pero lo son todo, como besos entre edificios.
Como el amor a sangre fría, de esa que nos derrite como niños.

Me muero por la boca si de mirar me quedo ciego.
La vergüenza que te brota de una comisura del labio.
Tú pincel y yo lápiz, pintemos la revolución a letra y color.
Vengo a clamar al suelo por la explosión de mi cuerpo.
Ya no lo quiero, ni quiero sus límites, quiero volar como siempre
Con un poquito de incomprensión que puede saber bien.


¡Mañana yo un pequeño espigón en el mar del mundo!

Sergio Rodríguez