sábado, 22 de febrero de 2014

El vacío.

Poniéndole raíles a la tierra para verte;
Echándole chispas a mi vida que ya arde.
No puedo creer que las venas me raje,
Que los barcos asalte, por mi red,
Por mi sustento, que es del presente, la miel.

Le hago una oda a mis delirios, son multitud.
Si hay amor y desamor con que te quedas tú.
Para mi sigue habiendo verdad, aún quedas tú.
Una noche en soledad, pero aún me quedas tú.

Un bandolero sin planes, una pistola cargada
De desmanes. En sus manos una reina muerta,
Un sueño, una hoguera para quemar desgracias,
Para quemar los recuerdos de sus damas,
De las musas que le agrietan el alma.
Escribiente y bebido de las penas, de las praderas.
Suda tinta y creedme que no es capaz de soportar la espera.
En su corazón lo viejo y lo nuevo, en su cabeza suena la madera.

Quién es, soy yo, la madera son mis cimientos.
Que me crujen si te veo, si los utilizo.
Si me cargo el odio en los brazos
Me desintoxico de tu veneno.
Me enciendo por las mechas,
Por la duda de la existencia.
Pensamientos, porque las acciones me salen caras.


Sergio Rodríguez.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Derrotas.

Murmullos del silencio, la conciencia llena.
La semántica del anhelo, sentimiento de reyerta.
Somos historia frente a realidad, ya lo dijo Ortega.
Somos balas de cañón a punto de entrar en escena.

Mi revolución muere, renace y se exalta.
La nuestra, silenciada, no sale de las aulas.
Un mundo fuera estéril de fantasías.
Los corazones solo laten, ya no muerden ni respiran,
ya no chocan, ya no riman, ya no sangran por heridas.

El poeta y su barba, la sincronía de las musas.
La ausencia de doncella, la voluntad de una liga griega.

Tengo un puente a la locura con dinamita, por si acaso.
Mi alrededor me escupe potente olor a fracaso.
Si la vida es un delirio yo estoy a cuarenta grados.
Si la mentira es un castigo yo me encuentro ajusticiado.

La codicia de los hombres con vulgares apellidos
me resquebraja las constantes, me hace apilar vidrios.
Unos padres luchadores, vivieron juntos, morirán separados.
Muralla que aguanta golpes, pues soy fruto del amor de dos gigantes.

El crecer deprisa, la ventaja a destiempo.
Las astillas de la lucha clavadas sin reparo.
Que nadie me conoce, que sigo el eco de un tiempo
ya pasado, ya perdido; ya la noche me ha vencido.
Mi historia parte cuando leí la palabra insumiso.
Mi mundo se erige donde se derrumba el tuyo.
Se basa en constante acumulación de discursos,
de conocimientos olvidados, de ruinas del pasado,
de sangre de corsario, de recuerdos degollados,
del coraje suficiente para hacer del ahora un cambio.

Sergio Rodríguez.