martes, 4 de junio de 2013

Marrón arenoso

Va el bandolero, quijote alegre, ensillado en la Historia.
Rememorando, henchido siempre, enamorado hasta la médula
De la muerta vida, de la esquina tuerta de tu cintura.
La quietud de la tierra inspira, ojos que sirven cielo en jarra.

En la camisa veinte anarquías, abierta pa´ la naturaleza;
Arrugá por envites de bayoneta. Por la garganta incierta
Prohibidas gotas de tierra roja de aquí y de allá, sabe a gloria.
Ese calor en el pecho, ese clamor que mancha la boca.

Faltriquera atea de avaricias y llena de cabezas de ricos;
De noches en vela, con el cielo, de abrir caminos con brío.
Fuego que consume las patillas, utillaje de papel y pies lazarillo.
Sin pantalones de por vicio, siempre fue carne de libro.

Los cojones bien utópicos, héroe entre villanos de ley, pistola cierta
Dio muerte a escoria. Vino la sangre y no Dios a la cena.
Roja como las banderas obediente al corazón reverde, como la sierra.
Negro como la tasca en la octava ronda, ¿y la ronda que tuvimos con la francesa?
Acribillada con pólvora animal de cuarenta balas denominación justicia.

Su boca era una noche sin luna, oscura pero bella. Palabra seria.
Una mordedura en cada frontera, eso era cada pisada de su bota.
Poesía ambiente chorrandita de almizcle, joder, de carne y sal.
Las manos negras y las rodillas quejías de la señorita campesina.
Nunca sabe uno cuando se desabrocha una camisa por galantería.

Tatuado en los genes y en las paredes de su niñez: ¡Muerte a la reina!
Si por él fuera fusilada al Alba, como madrileños en su coraje libertad.
La piel morena luce con brillo orgullosa horas de sol y sangre sarracena.

¡Poemas al viento! ¡Ropas abajo! ¡Vino hasta arriba! ¡Quién traerá esta noche la cena!

Sergio Rodríguez

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