martes, 26 de marzo de 2013

Bajo tierra.


Vuelvo a los orígenes para renovarme por dentro
Llenar de sangre lo que estaba reseco.

Sufres la furia bestia que te arranca las agallas
Del fango de tus sueños, lo noche se funde
En las botellas, carros con borrascas, lluvia de ideas.
El despertar de la conciencia, la activación de la violencia.
Los gritos de la calle son hierro tosco en mi yunque.

Escritores, pintores, filósofos y pensadores visten deportivas.
Como radares captan con ojos inyectados en guillotina.
Sustancias nuevas, unidas o desunidas, como los barrios de la periferia.
Malditas tardes a lloviendas, salen mentalidades nutridas de resaca
De debajo de las piedras.  Cuando se abre un libro se abre una semilla,
Potente, de entre las cejas. Vi el desagrado en las pupilas de las monjas,
Lo utilicé como néctar de las explosiones que estallaban por las venas.
Cada mirada altiva en la jungla una presa presa de la furia de mi Mosin Nagant.

Una inspiración que pide matanzas de ignorancia.
Las manos calientes de escribir, no de fumar.
Celebrando la noche entre cuatro paredes y con mis palabras.
Compañía inaudita, nunca vista salvo por mis ataduras.

Camino senderos descalzo sintiendo, no perdiendo el tacto del trigo.
Rebelde como Máximo, con su dama y un futuro incierto en el Coliseo.
Letras bañadas en crisis, nutridas de éxtasis con sabor carmín.
Como la boca besada después de un beso sincero, tu cabello carmesí.
Practico sobre el blanco la diálisis emocional, con toques de asfalto, urbano.
No podrás entenderme sin valorar ciertos valores que hablan de pensamiento crítico.

Sergio Rodríguez.

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