lunes, 16 de marzo de 2015

Sol y tarde.

Estoy tumbado en la barba de los campos.
Los olores me estiran con calma los labios.
Giro mi cabeza, con brío, a los lados.
Estoy acuchillado y ya no oigo pasos,
pues la noche es bicha y no deja huella.
Para qué mentir, el cazador se ha vuelto presa.
Pero sigo sonriendo con las manos manchadas.
Hago cauces en la tierra para que corran mis mechas
sin saber donde está el barril que pueda explotar.
No hay sangre que brote de estas heridas,
es luz manchada con tinta, cascadas bendecidas
de letras distintas que no se quedarán en charcas.
Si quieres nadar necesitarás algo más que aletas,
pero las turbinas aquí no son bienvenidas.

Decido crear rugidos exhaustos,
que voy fingir ser animal malherido.
Y como por arte de suerte la cazadora llegó.
Una mirada asesina con la negrura como escudo,
una loba cuyo pelaje ondea con el viento.
Bebe de mis heridas, loba, sáciate a gusto,
que va a venir la luna y quiero hablarla,
quiero contarla mis historias una vez más.
Quiero estar erguido con pose de poeta,
es decir, mente lúcida y mirada perdida.
Pues mis manos según recito son música,
son el rescate que tu piel está esperando,
son el agua de mar que buscan tus oídos,
la cima despejada que anhelan tus pensamientos,
el sustento de innovación que te estás prometiendo,
la espada con la que vas a adentrarte en lo nuevo,
tu sonrisa hacia el suelo, el sol mañanero,
la voz entrecortada que se mezcla con los pájaros.
Quédate conmigo loba, que estoy viendo
cómo terminas de beber para después fundirme en tu hocico,
pues me gusta besar y morder a animales sedientos.
Quiero ver como aúllas imponiendo tu horizonte.
me quedaré mirando cómo desdibujas lo semblantes
de los lobos medio ciegos de colmillos ardientes.
Sé que aunque te quemes y destroces tu piel
vas a reclamar mi agua cuando bebas en los ríos,
echando de menos el sabor de un horizonte indomable.

Las lobas nunca llevan riendas
ni quieren límites para morder.
Los poetas quieren dormir noches a medias
y escribir sobre caminos rectos que están deseando torcer.

Sergio Rodríguez.





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