domingo, 15 de octubre de 2017

Limes


Cuesta llegar al fin de semana con la mirada alta.
Cuesta dosificar las preguntas si no hay respuesta.
Hay que saber pelear para no sangrar en la arena.

El mundo tan ciudad y yo tan periferia.
Lo nuevo tan Persia y yo tan Iberia.
Lo viejo tan Roma y yo tan de limes hacia fuera.
Lo neutro tan insulso y lo radical tan esencia.
La luz mañanera tan molesta, la tarde tan bella,
tan paseo por un olivar en Córdoba,
tan de taberna en Euskal Herria. 

Puede que sea hora de quitarle el polvo a la chaqueta,
de quedarme horas teniendo visiones en una hoguera,
de sentir que en cualquier rincón hay lucha,
de no dejarme atrapar por la vida sumisa.

Fuera del limes estamos solos,
pero podemos ver las estrellas.
Todas las noches acechan lobos,
pero se asustan al gritar.

Dentro del limes duermen tranquilos,
pero al levantarse no tienen ganas.
A todas horas hay espectáculos,
pero poco a poco tu alma se apaga.

Fuera del limes estamos condenados,
condenados a encontrar nuestra arma.
Vivimos momentos que parecen los últimos,
por eso sus dioses nos odian,
porque no morimos en el abismo.
La ciudad nos quiere fuera,
pero nos mantenemos cerca, cargados de fuego.
Un fuego que ilumina al que escucha
y quema al que decide ser sordo.
Un fuego que nos conecta
y vence nuestro miedo.
Un fuego que nos saca una sonrisa
y hace trizas nuestro egoísmo.

Sergio Rodríguez

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