jueves, 21 de mayo de 2020

Versos en cuarentena IV

La noche vuelve a hacer llorar su guitarra
Y yo, más enamorado de ella que nadie,
Suelto las lágrimas azules más especiales,
Aguas de fénix que templan las cenizas.

Tengo a los lobos esperándome fuera.
Sonríen porque saben que saldré.
Tienen los dientes largos. ¡Que aúllen!
Cuando hay sequías se precisa lluvia.

Busco el ambiente solemne, quietud.
Nadie pretenda que me abra en canal
sin cotejar misteriosos rituales, poca luz,
Para que los demonios quieran charlar.

Ofrezco este corazón honesto sobre la mesa
Para rendir cuentas ante este turbio jurado.
Despeinado y fatigado de tanta ventolera
Me mira sorprendido porque no he ganado.
Si yo le contara que hay que perder para ganar.

Las sombras acechan impacientes su cena,
Pero hay demonios en el lado correcto de la historia.
Han puesto trampas preparadas a conciencia.
No hay errores esta vez, es una victoria pírrica.
Sin sombras y con la mirada concentrada
Mis nuevos aliados comienzan la cirugía.

Este corazón bravo merece aplausos.
Es joven pero sufre de dolores,
y es que no se hace a los descansos.
Corre suelto entre trote y galope.

Cuenta a los invitados que ha estado al límite.
Que tuvo secuestrado a Morfeo varios días
Planeando el atraco a mano armada más grande
Escrito en este cuaderno, no quería problemas.
Pero la vida trajo al inoportuno contratiempo,
y es que las arenas de cronos no corren igual para todos.
Pero algunos amamos esa incertidumbre, aprendemos.
Iluso el corazón que no pudo planificarlo todo
y cayó en los espejismos del sentimentalismo más bello,
que no hace más que cribar viajeros inoportunos.
Toda su banda cayó desarmada y se entregó dañado
Para volver a rendir cuentas como en tiempos pasados.

Los demonios comienzan su trabajo de celosía:
trazos, formas, cortes, listones, sangre y madera.
Versos en tiritas, pócimas de melodía,
Alguna venda y listo para echar a andar.

Una sonrisa resignada me sale al recuperarlo.
No tenemos remedio, le digo, tercos y guerreros,
Adictos a prenderle fuego al momento.
Así nacimos y, sin duda, así pereceremos.

Pero los lobos esperan hambrientos
Para devorar rápidos el acta de sesión.
Con la cabeza alta suelto ligero ese peso.
La sentencia ha sido firme: sanado.

Así pues, fiel amigo, echémonos de nuevo al camino
El campo está muy verde y hay que preparar el otoño.
Sergio Rodríguez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario