Vuelvo a los
orígenes para renovarme por dentro
Llenar de
sangre lo que estaba reseco.
Sufres la
furia bestia que te arranca las agallas
Del fango de
tus sueños, lo noche se funde
En las
botellas, carros con borrascas, lluvia de ideas.
El despertar
de la conciencia, la activación de la violencia.
Los gritos
de la calle son hierro tosco en mi yunque.
Escritores,
pintores, filósofos y pensadores visten deportivas.
Como radares
captan con ojos inyectados en guillotina.
Sustancias
nuevas, unidas o desunidas, como los barrios de la periferia.
Malditas
tardes a lloviendas, salen mentalidades nutridas de resaca
De debajo de
las piedras. Cuando se abre un libro se
abre una semilla,
Potente, de
entre las cejas. Vi el desagrado en las pupilas de las monjas,
Lo utilicé
como néctar de las explosiones que estallaban por las venas.
Cada mirada
altiva en la jungla una presa presa de la furia de mi Mosin Nagant.
Una
inspiración que pide matanzas de ignorancia.
Las manos
calientes de escribir, no de fumar.
Celebrando la
noche entre cuatro paredes y con mis palabras.
Compañía inaudita, nunca vista salvo por mis ataduras.
Camino
senderos descalzo sintiendo, no perdiendo el tacto del trigo.
Rebelde como
Máximo, con su dama y un futuro incierto en el Coliseo.
Letras bañadas
en crisis, nutridas de éxtasis con sabor carmín.
Como la boca
besada después de un beso sincero, tu cabello carmesí.
Practico
sobre el blanco la diálisis emocional, con toques de asfalto, urbano.
No podrás
entenderme sin valorar ciertos valores que hablan de pensamiento crítico.
Sergio Rodríguez.